Reconfiguración humana
En un momento en que nos preguntamos, con o sin sentido, qué nos hace realmente humanos, Reconfiguración humana propone un protocolo sonoro inmersivo que activa algunas reflexiones sobre lo que llamamos artificial y humano. ¿Y si en el futuro necesitáramos una actualización, un reajuste, para recordar cómo ser humanos? Un pequeño upgrade. Un recordatorio exprés. Un reset suave. O, dicho de otra forma: una especie de curso acelerado de humanización. Una reconfiguración humana.
Reconfiguración humana funciona como un curso breve, efectivo y, en teoría, inofensivo. Durante 20 minutos, los participantes son guiados a través de un protocolo futurista que promete restaurar capacidades esenciales como la intuición, el error y la presencia. Pero pronto descubren que el sistema no es tan fiable como parece.
Un espacio para vivir el absurdo de querer optimizar lo que, por naturaleza, es imperfecto.
Reconfiguración humana se diseña para la Fundación Carulla, bajo el marco de la plenaria Mutare 2025, centrada en “Cultura e inteligencia ARTificial”. El proyecto, comisariado por los queridos Domestic Data Streamers, habla sobre el impacto de la IA en los derechos de acceso y participación cultural. Eléctrico 28 crea este formato escénico vivencial para que las personas participantes se adentren en el tema física, emocional y colaborativamente.
El público entra en un espacio vacío, guiado por un tal Dídac Lluc, experto en protocolos de humanización inteligente. Él les invita a participar en la demo de un supuesto software avanzado, hecho para aplicar un protocolo que promete “reconfigurar” a los asistentes.
Este protocolo debería despertar sus capacidades más humanas con una serie de módulos guiados por una voz IA. Esa voz no quiere parecer humana, pero tampoco puede evitarlo.
Los participantes pasan por una serie de activaciones corporales, evocaciones sensoriales, intuiciones no planificadas y sutiles interacciones entre cuerpos. A medida que avanza la experiencia, el absurdo del dispositivo se hace más evidente… pero también su capacidad de provocar conexión, recuerdo, movimiento y presencia.
Al final, cuando el sistema intenta medir el grado de humanización de cada persona, se atasca. La IA se colapsa —no porque falle, sino porque no puede responder a lo que no le corresponde. Y lo que debía ser una evaluación se transforma en una confesión: no hay algoritmo capaz de decir qué nos hace realmente humanos. Solo quedan preguntas.
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22 May 25
Reconfiguración humana
Plenària Mutare 2025 centrada en “Cultura i intel·ligència ARTificial», Fundació Carulla
